Un "herrero" es una persona que tiene por oficio labrar el hierro. Generalmente el metal es calentado hasta que se vuelve incandescente, al «rojo vivo», y posteriormente se somete al proceso de forjado.
Algunas manufacturas de los herreros son elementos de hierro forjado, rejas, muebles,esculturas, herramientas, artículos decorativos y religiosos, campanas, utensilios de cocina yarmas. Un herrero con suficiente experiencia puede realizar con el mínimo de esfuerzo y energía, productos de aspecto refinado que combinan talento y originalidad.
Uno de las tareas especiales de algunos herreros consiste en clavar o poner herraduras en las pezuñas de los caballos. Estos herreros trabajan especialmente con hierro negro, cuyo color se debe a la capa de óxido que se deposita sobre la superficie del metal durante el calentamiento.
Las herrerías y los herreros
Las herrerías eran unos establecimientos donde trabajaban el hierro de forma artesanal siguiendo el método directo. Un herrero es aquel que elabora objetos de hierro o acero, utilizando para ello herramientas manuales para martillar, doblar o modelar el metal cuando éste se encuentra en estado plástico. Los herreros trabajan calentando las partes del hierro o del acero a modelar. Solían usar los siguientes instrumentos:
- La forja: el lugar en donde se le aplica calor al metal en la herrería.
- El yunque: es un gran bloque de hierro o acero acabado en punta para facilitar el proceso de forjado y para sostener algunas herramientas especiales.
- Los martillos: los que se usan en herrería son los de bola y de cuña.
- Las tenazas: se usan para asir el metal incandescente.
- Los moldes: son instrumentos para dar forma al metal.
- El yunque: es un gran bloque de hierro o acero acabado en punta para facilitar el proceso de forjado y para sostener algunas herramientas especiales.
- Los martillos: los que se usan en herrería son los de bola y de cuña.
- Las tenazas: se usan para asir el metal incandescente.
- Los moldes: son instrumentos para dar forma al metal.
Antes de la Revolución Industrial, el herrero de la aldea era un vecino básico de cualquier poblado. Actualmente, las técnicas de producción en masa han reducido la demanda del trabajo de los herreros.
A España debió venir el conocimiento del hierro y de su industria con los fenicios pero su divulgación se atribuye a los celtas en el siglo VI a.C. como lo prueban los hallazgos de armas de estilo celta. La fundición de hierro propiamente dicha o reducción del hierro al estado líquido no fue conocida hasta los comienzos del siglo XIX debido a la invención del método de altos hornos.
La siderurgia tradicional tuvo cierta importancia en Cantabria desde muy temprano (Alta Edad Media). El sistema empleado en las ferrerías consistía en cocer el mineral en hornos bajos, usando como combustible carbón vegetal. Al menos desde el siglo XV usaban ya la energía hidráulica para insuflar aire en el horno a través de fuelles y para mover un mazo que servía para golpear la llamada goa o zamarra, es decir, la masa pastosa de hierro que salía del horno tras la cocción: el martilleo servía para compactarla, liberarla de la escoria y darle forma. En el siglo XVIII fueron famosas las ferrerías de la Merindad de Campoo. Las ferrerías hidráulicas, que estuvieron en funcionamiento más de cinco siglos, tuvieron una gran importancia para la economía de Cantabria, pero durante los años cincuenta del siglo XIX comienzan a perder importancia debido a la aparición en el mercado de cantidades cada vez mayores de hierro, producido por la moderna siderurgia nacional y extranjera, lo cual incidió sobre los precios reduciendo los márgenes de beneficio. El hierro forjado fue perdiendo importancia ante la penetración de productos elaborados industriales que comenzó a arruinar la actividad de un gran número de herreros. Sólo en ciertas áreas marginales, menos accesibles a los centros de mercado la actividad artesana resistió mejor y continuó demandando hierro forjado. Pero con la caída de los precios y los elevados costes de transporte resultaba cada vez menos rentable para los ferrones nontañeses, hasta que el deterioro de los años cincuenta se transformó en hundimiento vertiginoso durante la década siguiente, en lo que influyó también, sin duda, el incremento del precio del combustible.
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